jueves, 22 de septiembre de 2016

Corazón, 2002-2016


Llegaste a mis brazos una tarde de diciembre, cuando volvía de la secundaria. Me tomó por sorpresa tu llegada: eras una cachorrita negra, pequeña, que cabía en la palma de mi mano. Llegaste a casa envuelta en una playera de los Looney Tunes. Te cargué como si fueras una bebita, no dejé de llamarte "Corazón" y quedaste como tal: "Corazón". No supe si eras niño o niña hasta que te llegaron los sangrados. Yo tenía 12 años y eras mi primer perro.
     Aprendí a alimentarte de manera correcta porque en casa no sabíamos que la leche te hacía daño. Mi mamá te cocinaba arroz blanco sin sabor y carne. A mi mamá le gustaba mucho cómo tu mirada no se despegaba de mí, y pasabas largos ratos mirándome mientras yo hacía cosas. 
     Solías despertar a las 1am. Llorabas, quizá porque tenías hambre, quizá porque te sentías sola o porque la recámara era muy oscura, no lo sé. Tenía un pequeño biberón con leche tibia listo para ti, y tomabas de él. Te colocaba en un sillón para que durmieras y al apagar la luz comenzabas a llorar de nuevo. Decidí entonces que durmieras conmigo y te acomodaba con cuidado para no lastimarte mientras dormías. Despertabas de nuevo a las 3am y otra vez a las 5am. Mi hábito de sueño cambió y comencé a despertar desde entonces a las 6am hasta los 19 años. Solía cansarme mucho y tomaba siestas para reparar el sueño. No me molestaba mientras lo hiciera para atenderte. Una tarde acompañé a mi mamá con una amiga suya, el tema era que la hija de aquella señora no podía tener hijos por no sé qué motivos y la chica estaba ansiosa por embarazarse pues tenía poco de casada. Me horroricé: tener bebés en casa implicaba despertar por las noches para atenderlos, darles de comer, mimarlos, recostarlos y yo estaba muy cansada por hacer eso contigo. Fue cuando a los 13 años decidí que no quería tener hijos.
     Te recuerdo años más tarde despertándome a las 6am a lengüetazos, pequeña y muy feliz moviendo tu cola como un metrónomo inquieto, saltando de cama en cama, despertando a mi hermano y a mi mamá, corriendo por toda la casa. 
     Cuando pequeña te enseñé a ladrar por el placer de escucharte ladrar; los ladridos implicaban irremediablemente tu presencia. También fue una travesura mía: me gustaba que fueras ruidosa y que ladraras por puro gusto. Te enseñé a ladrar por comida, eso significaba que todos los días a la hora de la comida estarías ahí con nosotros, ladrando.
     Había unas ventanas bajas pequeñas en la casa, eran muy fáciles de abrir y yo tenía poco qué hacer, entonces decidí enseñarte a salir cuando las ventanas estaban abiertas. Vivíamos en un segundo piso, dentro de una privada. Por consiguiente, te enseñé también a subir y a bajar escaleras para que pudieras correr cuanto quisieras por el patio central. Mi mamá te compró una pelota con un cascabel dentro y jugábamos en el patio. A veces te escapabas de casa corriendo y mi mamá se enojaba. Me gustaba bañarte y que después salieras disparada hacia la puerta para que te secaras, aunque lo hicieras tirándote al piso de concreto y te ensuciaras de nuevo, de lo contrario te subirías a las camas y te secarías en las colchas. Pero no era por eso, realmente me gustaba verte correr, bajar las escaleras rápida, ágil, pequeña, negra con tu hocico, pecho y patitas delanteras blancas. 
    Mi mamá te compró una correa roja que te sentaba muy bien.
 Sabías que cuando yo tomaba la correa era porque te sacaría a pasear y entonces te emocionabas, brincabas, te sentabas y permitías que te pusiera la correa y, ya puesta, entonces salíamos las dos y dábamos pequeñas y largas caminatas. Eras adorable cuando tú misma tomabas con el hocico tu correa y me seguías el paso. 
    Nunca te dejamos estar con otro perro. A la larga tú sola aprendiste a rechazarlos y a defenderte de perros más grandes. Recuerdo que te llevábamos a todos lados posibles, no nos gustaba dejarte sola después de tu primera navidad en la que te dejamos sola en casa y cuando llegamos te encontramos escondida tras el sillón, enojada. Luego, cuando salíamos de casa, te la pasabas llorando y no resistíamos oírte así. Me dí cuenta de que llorabas porque ni siquiera podías seguirnos hasta la puerta: no sabías bajarte del sillón del que te subíamos antes de irnos. Tampoco podías bajar el escalón que antecedía la habitación que llevaba a la puerta. Conforme crecías aprendiste a bajar tu sola, era más fácil puesto que eras más grande. Era muy bello apreciar tu reacción cuando ya no podías pasar por debajo de los muebles debido al cambio de tu tamaño. 
     Aprendiste rápido a brincar para subir al carro. Recuerdo lo molesto que se ponía mi hermano cuando te dejaba sacar la cabeza por la ventana, después medio cuerpo, y él me decía: "baja más la ventana, un día de estos va a ir brincando del carro". Y sí, te brincaste dos veces, y caías sobre el asfalto y yo tomaba la correa, mi mamá detenía el carro y corría por ti para que volvieras con nosotras. Entonces aprendí a abrazarte fuerte cuando te recostabas sobre la ventana del carro porque realmente nunca quise privarte de la sensación esa que tú tenías cuando, con la cabeza de fuera, entrecerrabas los ojos y mirabas al cielo, a la gente o a los otros carros. El último día que te vi, te cargué y abracé fuerte tu cuerpo débil, tu piel ya sin pelo, en los huesos y quise que entrecerraras los ojos de nuevo mientras salíamos del veterinario.

    Un día te comiste a una tortuga que insistía en escapar de su tortuguero, porque es natural querer ser libre. La encontró mi hermano dos o tres días después de perdida debajo de su cama, ya sin cabeza ni patas, con el caparazón mordisqueado. Aquella temporada comenzaste a perder el pelo. Eras una canalla. Pero aquella no fue tu única víctima. Diez años más tarde salvaste a mi mamá de una rata enorme que se metió a la casa. Ladraste infinitamente hasta que mi mamá se hartó y por averiguar qué era lo que buscabas encontró a una gran peluda gris adentro. Entonces mi hermano llegó para matarla pero tú estabas demasiado ansiosa y decidieron dejarte sola y encerrarte con aquélla. Suponemos todos que como a mi mamá, también hartaste a la rata y en su desafortunado intento por huir, la atrapaste: la mataste, sádica, a mordiscos y luego jugaste un rato con el cadáver. Bella y violenta eras tú, llena de sangre en el hocico. Me preocupé solamente por el tema de la rabia y aprovechamos la ocasión para llevarte a vacunar. Eras sana e indestructible. Mi mamá te idolatró por tu acto heroico y te amó más.
     Por un largo tiempo me sentía increíblemente afortunada por tenerte conmigo porque de verdad eras bellísima: tu pelaje era negro, no muy chino y brillaba mucho, tu cola era una cascada de pelos lacios, tus patitas eran peludas y tenías uñas negras y blancas. Tus orejas se caían, nunca te molestó el pelo ocultando tus ojos.
Pasaron los años y te volviste más seria, adoptaste la personalidad de la familia, incluso las actitudes de los humanos. Cuando te paseábamos en familia o sola era común que la gente me preguntara tu raza y yo, orgullosa, les decía que no eras de raza, que eras una cruza; me preguntaban si tenías precio y por supuesto que no lo tenías ¿cuándo se ha visto que un miembro de la familia tenga precio? Ellos querían acariciarte pero tú los mordías y a mi me gustaba, porque soy envidiosa y tú eras mía. No me importaba que si por acariciarte yo recibiera mordidas ¡y qué bueno! Porque las cicatrices son las que me acompañan ahora que tú ya no estás.
    Aunque no te gusten las fotografías, siempre fuiste fotogénica.
Lamento haberte asustado con el flash de una cámara cuando pequeña mientras insistía en fotografiarte más de cerca. Pasaron los años y aunque fueran celulares con o sin flash ya sabías cuando quería fotografiarte, y me ignorabas con tu maravilloso desdén. 
     Cuando llegó Metzi a casa la recibiste bien a pesar de haber vivido más de diez años como mascota única. Era una cachorra menor al año y la soportaste valerosamente hasta que ya no pudiste más.
Luego llegó Inu y comprendimos todos que tú no necesitabas a ningún perro para compartir la soledad de una casa en la que los miembros nos vamos retirando. Al final envejeciste y suponemos que lo único que querías era quietud y no compañeros de casa. 
     Ganaste y perdiste peso, perdiste pelo, algunos colmillos. Pensando que habías perdido las ganas de correr de nuevo intenté sacarte de paseo otra vez. Ahora corrías poco. Cuando el paseo ya no te satisfacía caminabas tranquila hasta el portón de la casa y te sentabas y esperabas a que yo llegara para abrirlo y que tú pudieras volver a casa. 
      Han pasado más de diez días de que te enfermaras, de que te deshidrataras y de que tuvieras hipotermia. Más de diez días de que te enojaras y lo último que hicieras fuera intentar morder la mano de mi mamá mientras te daba suero (nunca se te quitó lo brava). Cuando llegué a casa la quijada la tenías abierta y en los ojos alcanzaba a ver todavía la rabia por no haberla alcanzado a morder (malvada). Mi hermano insistió en cerrarte los párpados y no pudo. 
     Y, bueno, te fuiste de casa como llegaste. Mi mamá te envolvió en una sábana y yo te cargué como si fueras una bebita con la panza hinchada. Esa tarde el carro decidió descomponerse saliendo del veterinario y tomamos un taxi. Tu corazón dejó de latir en el cumpleaños de mi hermano. Fue absolutamente triste tu partida. Cuando te dejé envuelta en la sábana sobre la plancha del hospital veterinario no pude creer que era la última vez que te cargaría. Hacía unos meses que venía pensando en lo cruel que resultaba que las personas decidieran dormir a su mascota porque, uno nunca se decide a poner a dormir a ningún familiar suyo sólo porque está enfermo y moribundo, no. Uno no se resigna y busca los médicos, las clínicas, las medicinas, los tratamientos para que no se mueran, y si se mueren, que sea con el menor dolor posible. Porque uno no se da por vencido. Porque la resignación es a cuesta del dolor que produce una partida, no antes. Es imposible que yo pensara en mandarte a dormir nunca porque mi plan era que vivieras siete años más, o más. Mi plan era que tú no te murieras nunca y que nos enterraras a todos. Mi plan era quedarme esa tarde en casa y dormir contigo, como antes, no llegar y encontrarte como te encontré: tiesa, con los ojos abiertos, el hocico trabado y la lengua de fuera. Salí del consultorio y sin querer me puse a llorar porque ya no tenías vida ni voluntad para brincar de aquella plancha y largarte conmigo; llegar a casa y ladrar hasta el hartazgo para comer pastel y lo que hubiera por comer. 
     Han pasado más de diez días y esa tal resignación no llega. No la espero tampoco. No creo en el cielo ni en el limbo, mucho menos en el infierno. No te creo que hayas llegado a un cielo lleno de perros buenos donde te tengan lista tanta comida de tu favorita y sin compartir para ti sola. No creo que algún día reencarnes, no creo que algún día te aparezcas. No creo en Dios ni en los demonios. Yo creo que simplemente moriste y punto, que ya no hay punto de retorno y que así es la vida. Pero no es fácil llegar a casa de mamá y comer ausente de ladridos que aturdan y harten, los otros dos perros no los eduqué yo. 
     Lo único que puedo es sentirme afortunada por haberte tenido, porque así es la vida, en serio. La vida son instantes que se disfrutan, que hay que vivirlos bien porque son irreversibles.
      El último día que te vi apenas podías caminar, pero con las pocas fuerzas fuiste hasta el patio para hacer pipí, luego al plato donde tomabas agua y al final te rendiste sobre una cobija en el suelo y caíste para dormir. Me acosté a tu lado y sin querer me recargué en tu patita trasera que tú rápido quitaste y volviste a acomodar. Al día siguiente. ya sin vida, estiré una rasta pequeña sobre tu pecho y logré quitarla. Si eso hubiera sido un día anterior hoy conservaría la cicatriz de una mordida reciente.

sábado, 27 de agosto de 2016

Jóvenes brillantes

Para Darianna, Ángel y Mario;
para ciertos chicos expertos en matemáticas.

Hoy fue mi último día como tutora en un programa de la SEP que se encarga de becar a jóvenes de bachillerato con alto rendimiento académico. Fungía como tal por parte de mi servicio social. Debido a mi baja escolar no solamente ya no es necesaria mi participación, si no que ya no puedo participar en ella, pues ya no formo parte de la Universidad y el requisito para fungir como tutor es, precisamente, ser estudiante universitario.
     Ser tutor implica apoyar respecto a temas escolares y personales a los jóvenes cuyo rendimiento académico merecía la beca como recompensa a su esfuerzo y evitar la baja escolar de estos mismos.
     Los chicos tutorados que me habían elegido me encantan. Son tres jovencitos, amigos, dos chicos y una chica. Uno de los chicos es pareja de la chica. La primera lección que recibí de ellos es que el bullying en redes sociales es idiota. Que los temas de burla en redes sociales generalizan y eso, sépanlo, no sólo es de mal gusto, es también incorrecto. Habían sido bastantes años en los que participaba en el bullying que generaba el hecho de ser estudiante en el Conalep. Causó un impacto importante en mí enterarme por ellos mismos que precisamente son estudiantes del Conalep. Fue increíble y maravilloso. Uno no necesita estudiar en colegios prestigiosos con cierta fama académica donde uno debe de pagar colegiaturas mensuales para ser un estudiante exitoso (por supuesto, los jóvenes que estudian en esos colegios no lucharían por obtener una beca) pero no lo digo por el tema de la beca, sino por el tema del éxito académico que estos tres jóvenes tienen y por el que fueron seleccionados para recibir una beca. Me parecía increíble tener la oportunidad de trabajar con ellos y orientarlos porque yo, cuando tuve su edad no era una chica que obtuviera becas. 
Mi historial académico desde la secundaria hasta la carrera está llena de clases corridas. Me gustaba mucho divertirme en la escuela y estudiar en la casa. Es mi estilo de vida. Suelo salirme por la tangente y descubrir hasta donde los límites me lo permiten. Conocer límites para mí es horroroso porque generalmente llego muy lejos y llego sola. Las consecuencias siempre son interesantes, como las que en este momento enfrento. Pero esa es mi esencia, ese es mi espíritu y lo respeto; es así como soy yo, y me encanta.
    Por otra parte, porque sé de límites y de consecuencias había supuesto que era una persona adecuada para orientar a los tres jóvenes bachilleres. Además sé lo suficiente de libros, de biografías, datos históricos, chismes, novelas, poesía, cuentos, ensayos y de otros temas para tener siempre una referencia bibliográfica a la mano cuando hubiera que tenerla para apoyarlos en sus asignaturas escolares. Estaba encantada con ayudarlos a resolver o investigar temas que yo desconociera para aprender algo nuevo. Aprenderlo juntos. Que aprendieran que ellos tienen la capacidad de enseñar cosas nuevas a personas mayores (soy un década mayor a ellos). Que pueden ser autodidactas. Qué sé yo. 
     No sólo me interesaba el bien de mis tres jóvenes bachilleres. El primer día de tutorías discutí con uno de los coordinadores porque habían cambiado la estructura de los planes ya resueltos de un día para otro. Me parecía injusto que hubieran chicos (como los míos) que tenían que levantarse temprano durante las vacaciones, tomar dos transportes con la panza llena, o no, para recibir unas tutorías mal organizadas cuya asistencia es obligatoria para poder cobrar su beca. ¿A los organizadores les parecía un chiste que esos jóvenes estuvieran estudiando furiosamente en el transcurso del ciclo escolar para obtener notas brillantes y que, todavía, tuvieran que esforzarse durante las vacaciones para asistir a unas tutorías casi improvisadas para obtener una beca? Bueno, es cuando uno aprende que nada es gratis. 
     Valoré el compromiso académico de todos los chicos, puesto que nunca faltaron a sus tutorías. 
     Conocí, también, jóvenes universitarios que asisten como tutores por tema del servicio social. Éstos jóvenes tutores, la mayoría estudiantes de Matemáticas, me hicieron sentir integrada a la comunidad universitaria cuando yo llevaba años sintiéndome relegada exclusivamente a una clase media, trabajadora. Irradiaban frescura y juventud. Son todos ellos perfectos para orientar desde una perspectiva más profesional a los chicos. Eso es lo único que no puedo ofrecerles. 
     Estudié en una carrera de Humanidades y eso no significa que un estudiante así no pueda ejecutar una profesión seria. Sucede que, desde una experiencia propiamente personal, me parece muy aburrido estudiar y obtener un título profesional que te acredite como personal capacitado para laborar en una empresa. Es una opinión sujeta a mi propio criterio y personalidad. Tengo amigos muy cercanos cuya realización académica y experiencia profesional los orienta a puestos en empresas, fábricas o en ciertos negocios. Eso es correcto, pero no es mi estilo.
    Esta mañana llegué tarde a las tutorías. Había olvidado que hace una semana me habían asignado, por mi comportamiento como tutora, la coordinación del grupo de tutores para supervisar las actividades que haríamos las últimas cuatro sesiones con los jóvenes bachilleres. Yo no quería ir puesto que ya no era necesario asistir, además no soporto las despedidas, pero el coordinador que me entregó el puesto (y que ayer yo se lo devolvía) me pidió que asistiera para que le dijera quiénes eran los tres chicos de los que me había hecho cargo para que otros tutores pudieran trabajar con ellos. Cuando mis compañeros me vieron llegar a la explanada de Camporredondo me hicieron un par o más de chistes porque llegué tarde: "como ya es la coordinadora puede llegar tarde", "que trabajen los co-coordinadores" y varios de los que, por mi estado de ánimo, sólo pude responder con una sonrisa. Después de la revisión de unas pruebas, a unos tutores que habían tomado los exámenes de mis tres chicos, les ofrecí que trabajaran con ellos. Aceptaron con gusto. Son dos chicos estudiantes de Jurisprudencia. Les comenté que, por haberme dado de baja en el servicio social, no podía continuar con las tutorías. Les exhorté a que me acompañaran hacia donde estaban mis chicos para presentarlos y para notificarles que yo ya no podría ser su tutora (más bien, decirles que yo ya no estaba capacitada "nomás" porque me acaban de expulsar de la Universidad). 
    Cuando llegué con mis chicos me sonrieron. Los saludé y, bien, les dí la notificación. Ver cómo cambiaban los gestos de su rostro me generó cierto impacto que quise disimular presentándoles a sus nuevos tutores. Después de darse la mano, la chica me preguntó: "¿Ya no nos quiere?" ¡Pero, porfavor, cómo no los voy a querer, si yo los admiro a ustedes! pensé. No me acuerdo qué le respondí. Les dejé el encargo a los chicos de Jurisprudencia de que cuidaran bien a los que fueron mis jóvenes tutorados y, cuando aquéllos de Jurispridencia estaban por irse para que me despidiera de los que fueron mis chicos becados, (supongo que imaginaron o previeron que comenzaría a llorar), no sé cómo huí de la despedida. No es por ausencia de cariño, es por miedo a exponerme en público, de llorar. Llorar no sólo porque debo de despedirme de algo con lo que me comprometí, sino llorar por extensión de la expulsión de la escuela y, por ese motivo, despedirme de ellos, jóvenes becados, y de mis compañeros, jóvenes universitarios. 
     Llegué por última vez con el grupo de chicos de Matemáticas. Uno de ellos notó mi estado de ánimo y yo, por prudencia o por miedo, no les conté que había reprobado mi examen de última oportunidad y por consecuencia, había sido expulsada de la Universidad. Por evitar la emotividad decidí despedirme de ellos antes e irme sola a casa. Sólo les conté que no continuaría con el servicio. Otra vez los gestos de sorpresa. Otra vez ese cierto impacto. Otra vez disimular, y quedar con ellos otro día para comer una pizza. 
    Después de un beso de despedida a todos les di la espalda y di el primer paso hacia un camino opuesto al suyo. 

viernes, 26 de agosto de 2016

Arroz con leche

Cuando tenía 16 años (2006) escuché por primera vez el álbum de Panda Arroz con Leche. Soy del norte de México y creo que era común escuchar y hacerte fan de este tipo de bandas, ya sabes, bandas jóvenes, rockeras e irreverentes como Panda, Genitallica, Plastilina Mosh, División Minúscula, Kinky y otras que no recuerdo.
     Desde aquella época hasta hoy, cuando alguien dice o habla de arroz con leche, como postre, hago una relación mental con el Arroz con leche de Panda.
     Bueno, este día ha sido un día poco grato para mí. Después de pasar algunas de semanas en constante ansiedad hoy cerré un ciclo importante.
     Resulta que ayer presenté el segundo examen de última oportunidad en la UAdeC, lo llaman "la quinta". Sí, ha sido el segundo en este año después de tres años de ausencia temporal. De hecho el examen lo presentaría la semana anterior pero llegué con media hora de retraso. Cuando llegué mis sinodales ya se habían retirado. Mi maestra no se presentó. Reprogramaron la fecha y lo presente ayer. Después de esperar una hora fuera del salón donde mi maestra y mis sinodales evaluaban mi proyecto con el que me calificarían, salieron y me dijeron que este día, en el transcurso de la mañana, entregarían mi calificación. Fue, para mí, un flashback de cuando entregué el mismo proyecto (pero con bastantes errores) hacía un mes y después de revisarlo, la maestra me dijo que la calificación la entregaría en el transcurso del día siguiente y no la recibí hasta un par o más de días después. Así que, para mí, aquella respuesta ya tenía mi calificación de antemano: reprobatoria.
     Naturalmente la pasé mal pero tenía que controlar mis ánimos puesto que en la noche tenía agendada una lectura de poesía con mis amigos. La pasé bastante bien aunque el evento no estuviera tan concurrido porque mi pareja decidió participar leyendo el poema de Lorca "La casada infiel" y descubrí que es un excelente orador. Llegué a casa ya entrada la madrugada y dormí tranquila.
     Al despertar analicé mentalmente la elaboración de mi proyecto y me pareció que no era tan malo, pero mi intuición me falla poco. Tuve que esperar hasta las 12 de la tarde para confirmar mi resultado (como estrategia para no marcar y que me dijeran "aún no lo tengo, marca más tarde") y cuando me contestaron, sí, confirmaron mi flashback. 
     Llorar de nuevo fue irremediable. Llamar "diabólica" a mi maestra es natural puesto que el resultado me duele: duele en los tres años anteriores que había acreditado, duele en los tres años que pasé en receso escolar porque tuve tatuada en la cabeza la idea de volver para finalizar mi último año y graduarme; duele en el extra que pagué, el curso de inglés de verano que pagué, en la inscripción mayor de tres mil pesos y cuota interna que liquidé; en el pago del examen también me duele. 
     También lo comprendo porque falté más de la mitad del semestre a su clase. La suya era la única clase en la que estaba inscrita por motivos de recursamiento. Tuve que elegir entre asistir a su clase los lunes y los jueves después de las 7pm o quedarme en el trabajo. Evidentemente elegí mi empleo. Nunca pensé que esa decisión tendría consecuencias tan dramáticas, por lo que hoy he aprendido que debo de ser más analítica con mis decisiones. 
     Cuando mi pareja se dio cuenta de mi estado de ánimo decidió dejar en su negocio al socio de este mismo y se quedó un rato en casa conmigo. Estuve pensativa, más bien ausente y de pronto me dieron ganas de comer algo dulce. Aunque hay pan de azúcar en casa decidí que prefería preparar arroz con leche. 
     Entonces, mientras la leche se consume en el vapor de la olla, mi pareja toma una ducha para salir a tocar con su banda esta noche y yo, escribo este texto como una forma de despedir la carrera que estuvo dando vueltas en mi cabeza alrededor de siete años, escuchando a Panda.


viernes, 19 de agosto de 2016

Ser: La novia de un #Rockstar

Hola, me llamo Marisela, tengo 26 años y confieso que soy la novia de un músico (adjunto link de su página de face esperando lograr muchos likesSerpiente Roza).
    Lo conocí cuando tenía 19 años, su banda tocaba en el aniversario de la facultad donde cursaba mi primer semestre de licenciatura. Confieso que, desde que lo vi, me encantó, pero por tener una pareja en aquella misma facultad tuve que disimular mi encanto.
    Después me encontré con su banda en dos ocasiones más y por compromiso tuve que decir que los detestaba, (ya sabrán ustedes lo envidiosa y mal hablada que, de pronto, es la raza). Claro que no los detestaba, mucho menos con la voz de ese chico de estilo Glam, Hardrockero vestido con sus pantalones ajustados y chamarra de piel que cantaba "The Flame" de Cheaptrick casi llorando, por supuesto que no los iba a detestar, mucho menos a él.
     Tres años después, ya con un compromiso más roto que el corazón mismo y despuntando a una soltería que prometía muchas salidas con mis amigos, no sé porqué me encontré, ya no con su banda, ahora solamente con aquél de pantalones justos y chamarra de vinil (una que siempre creyó que era de piel). Gracias a la intervención de un amigo mío y que también era camarada de él nos conocimos a la semana de habernos agregado al face. Tres días después nos dimos nuestro primer beso y, desde aquel día hasta hoy, (agosto del 2016) ya vamos a los 3 años y 6 meses de pareja y dos años viviendo juntos.
      Pero no crean que les escribo esto por motivos cursis o por mera presunción. No. Es porque, con la experiencia de estos años quiero contarles lo que es: Ser la novia de un #Rockstar.
      Para sintetizarlo, ser la novia de un músico es: 1. Divertirse, ¡claro! 2. Acompañarlo a la mayor cantidad de presentaciones posibles para 3. Apoyarlo y darle difusión a su banda (adjunto la página de face de su banda actual esperando, otra vez, generar muchos likesParty Rock Band) 4.Salir constantemente a bares y darte cuenta que eso no significa que sea una salida de pareja, ¡no, y mucho menos lo esperes! aunque 5. Vas a rodearte de muchos conocidos músicos y 6. Vas a convivir con las novias/novios de los integrantes de su banda, y aunque seas muy cercana al trabajo que tu novio tiene como músico, tienes que enterarte que 7. No debes pretender convertirte en la mánager de tu chico, mucho menos de la banda entera (a menos que seas Sharon Osbourne, Marcelo Cabuli o la domadora de Álex Lora) 
Ozzy & Sharon Osbourne, MTV, 2014.
Marcelo Cabuli & Tarja Turunen
Álex & Chela Lora
8. Debes, irremediablemente, tolerar todas las muestras de admiración que tu pareja reciba de su público (los coqueteos, por ejemplo, gritos en el bar, abrazos, charlas, las peticiones musicales, sexuales o de salidas que publiquen sus fans en su perfil o página de Facebook) y lograr tener la inteligencia o el sentido común necesario para diferenciar entre aceptar un halago y el de aceptar una infidelidad, (sí, chicas, es muy duro, las fans no hacen esto fácil) 9. Ser humildes y darle su lugar de "estrella" esa hora y media que duran en el escenario y otras dos horas que se quedan en el bar platicando con su banda, tomándose fotos con los fans, charlando con integrantes de algún motoclub, todos los fines de semana (o los días que les toque alguna presentación).
     ¿Cómo, no les pareció que lo sinteticé lo suficiente? Perdón, pero ahora les voy a desglosar cada punto, por si quieren leer el artículo completo y decidirse si sí o si no van a andar con aquel baterista, bajista, guitarrista, tecladista o vocalista que les está tirando la onda.
     Quiero hacer un paréntesis ahora y decirles, chicas, chicos (porque también hay mujeres músicos) que, si de entrada el chico/chica les pareció bastante coqueto/coqueta desde el principio, por favor, evítense la pena y las tristezas que le siguen después de tomar una mala decisión o de creer que, estando con ustedes va a cambiar esa persona (sea músico o no, las personas nunca cambiamos y, si coqueteamos una, vamos a recibir y contestar coqueteos muchas veces, igual: si somos comprometidos y leales, lo vamos a ser siempre). Tómenlo como un consejo.
     1. Divertirse: ¡Por supuesto que nos divertimos! Como parejas de un músico nos va a encantar ver a nuestro chico/chica sobre el escenario. Va a ser encantador que nos dediquen una canción, nos guiñen el ojo o hasta nos manden besos detrás del micrófono, de la batería o haciendo a un lado su guitarra o bajo ¡Es genial! Nos vamos a convertir, no en su fan número uno, sino en la/el presidente del club de fans oficial y vamos a querer que todo mundo lo vea, lo conozca y que reconozca su talento. Punto para la banda porque, con esto, se ve bastante favorecida. 
Serpiente Roza & Luzyfer, XIV aniversario del MC Camellos, 2015.
     2. Acompañarlo a sus presentaciones: Después de la primera presentación a la que asistimos, vamos a querer reservar todos los fines para ir a verlo una y otra vez. Vamos a darnos cuenta que, dependiendo de la difusión que tenga el lugar donde toque la banda, van a tener o no público; habrá ocasiones en que sólo estarán tus amigos y tú viéndolos y que habrá otros días en que el bar esté tan lleno que será imposible convivir con la banda. Serás la persona que esté detrás del celular o de la cámara fotografiando a tu pareja en el backstage
Serpiente Roza con Down  Boys, backstage de la Expoferia Saltillo, 2014.
y quien fotografié o grabe sus presentaciones sobre el escenario (como por ejemplo, este vídeo: Serpiente Roza & Down Boys - Una noche en la ciudad).
     3. Apoyarlo y darle difusión a su banda: Esto es irremediable. Querrás compartir su talento a todo el mundo, ¿recuerdas cuando escuchaste esa rola que no parabas de tararear, descargaste la canción o terminaste comprando el álbum y luego te pusiste a platicárselo a todos tus amigos e hiciste que escucharan ese mismo disco? Más o menos ocurre lo mismo en esta situación, pero la tuya es más afortunada porque estás conviviendo con tu "ídolo" e invitas a tus amigos a los bares, a las ferias, a las plazas o donde sea que vaya a presentarse su banda, todo para compartir, presumir, presentarlo o pasar un buen momento, qué se yo. 
Fotografía tomada durante el aniversario XIV del MC Camellos, 2015.
La difusión está implícita y existe, ahora tus amigos conocerán a esa banda y su música.
Serpiente Roza con Party Rock Band, Bar Mr. Jacks, 2016.
     4. Salir constantemente a bares, ¡y no como pareja!: Llegar sobre la moto con tu pareja al bar en turno, de la mano, juntos, saludar a la banda, platicar y luego, sentarte con las novias/novios de los chicos de la banda, o sola, para mirarlos tocar toda la noche NO ES GARANTÍA que bajando del escenario se quedarán contigo el resto de la noche, ¿porqué? Porque va a bajar y le van a pedir fotos, va a recibir indicaciones del dueño o meseros del bar, llegará un tipo borracho y le dirá a la banda "que cantan bien verga", que "soy su fan", que "cuándo toca para volver a ir" y se la van a pasar platicando. Si la banda realmente es buena, llegará un tipo de lana y les dirá que contempla contratarlos para tocar en alguna fiesta privada, que "¿cuánto cobran por hora, con o sin equipo?" o alguien los invitará a tocar en algún evento y, así, se consume el resto de la noche y a tu pareja se le olvidó que llevaba candado hasta que por fin termina la "velada" y tiene que llevarte a tu casa. Es algo habitual en las bandas. Si no te gusta, te recomiendo que lleves a algunos amigos para que pases la noche sin aburrirte y no dependas de tu pareja para llegar a casa: conserva tu libertad para decidir a qué horas te marcharás del bar y que no seas la última que se quede ayudando a desarmar la batería y subir los instrumentos al coche (por si no te gusta o no quieres hacerlo).
     5. Vas a rodearte de muchos conocidos músicos: Es una garantía. Acompañarás a tu pareja a los ensayos, presentaciones, salidas, reuniones, carne asada y todo donde tu pareja conviva con su banda y, así mismo, las parejas/familias de los integrantes. Notarás que, sin querer, tendrás una lista de conocidos músicos y que, con suerte, pueden convertirse en amigos tuyos, pero no todos y, sin embargo, un día llegarás a un bar y saludarás a un músico sobre el escenario que un día compartió la misma banda que tu chico/chica.
Serpiente Roza & Luzyfer en el Pizza Rock, centro histórico, 2015.
     6. La convivencia con las novias/novios de los chicos de la banda: Generalmente es bastante padre porque esa sí es garantía de que no te vas a quedar sola esperando a tu chico/chica; puedes compartir muchas experiencias y divertirte con ellas/ellos en primera fila viendo a la banda tocar. Generalmente cuando los integrantes de la banda llevan a sus parejas, la convivencia entre todos fluye mejor y, si te quedas hasta el final de la presentación, no estarás sola/solo tomando los instrumentos de la banda cargándolos hasta el coche.
     7. No quieras ser su mánager: Jamás olvides esto, nunca vas a ser su representante simplemente porque a)No tienes experiencia b)No tienes conocidos c)No es tu banda, no son tus amigos. Para la banda tú eres la novia/novio de su integrante tal y es aceptable integrarte a sus presentaciones, salidas, fotografías, a todo, menos a que seas la responsable de las decisiones, presentaciones y todo lo que conlleva manejar a una banda. No, tú no, (a menos que, por la experiencia o los contactos que tengas, ellos lo soliciten) eso será imposible. Sólo acéptalo. Puedes apoyarlos, difundir sus presentaciones, grabarlos y subir vídeos a diferentes redes sociales, nada más.
     8. Tolerar a sus fans: Este es, definitivamente el punto más complicado para exponer puesto que es una situación irremediable con la que personalmente debo lidiar todos los fuckin' days de mi vida. Y es que simplemente, en mi caso, yo solía ser fan y ahora soy su novia. ¿Quién me garantiza que no llegará alguien más, por redes sociales, a ocupar mi lugar? Eso nunca se sabrá con certeza y, sí, es algo con lo que se debe de lidiar con tu pareja sea o no músico (es un problema que TODAS las parejas enfrentamos). Lo más importante es la Comunicación, la Confianza (la Complicidad también) y el respeto que tu pareja te dé y se dé a si mismo como "figura pública". Si el respeto se pierde en la comunicación entre "fan" e "ídolo" y descubres algo que no te gusta, sólo déjalo y no te complique más. Los fans y sus manifestaciones de admiración son su pan de cada día.
     9. Darle su lugar como "estrella": Debes de entender, cuando él/ella está sobre el escenario, en el bar, fiesta, plaza o lugar donde hayan contratado a la banda, la protagonista es la banda, no tú. Y, mejor dicho, quién está haciendo su trabajo son ellos, están recibiendo o no una paga y ellos son los que dan la cara. Tú eres su pareja, una fan más y no debes hacerle dramas, escándalos y no te pongas a coquetear con otras personas (mucho menos con los mismos integrantes de la banda). 
Serpiente Roza & DownBoys en el bar Garage Live Rock, 2014.
No arruines la noche: es su noche y para eso están ahí tocando, porque el bar o el público los demanda específicamente a ellos, no a la pareja de alguno de ellos. Además (tomen nota) los dramas en lugares públicos son de mal gusto. Disfruten de la noche, de la música, del alcohol y sobre todo de la banda.
     Lo más importante de salir con una persona que se dedica a la música es divertirse y conocer personas nuevas. Si tú mismo eres músico, respeta el trabajo de tu pareja y de su banda que, junto a ellos, puedes ser un colega pero, cuando es su momento para tocar, tú te conviertes en el apoyo de tu pareja y de la banda.
     Espero que les sirvan mis consejos y sapiencias adquiridas con muchas noches de desvelo, sordera, meditaciones, celos, paciencia, muchas cajetillas consumidas y botellas de media vacías en estos 3 años de experiencia con mi chico. ¡Las retroalimentaciones, consejos y anécdotas son bienvenidas!

lunes, 15 de agosto de 2016

Our little girl blue: Janis.

Este domingo, 14 de agosto, mi pareja (vocalista de una banda de covers de Rock) me invitó al cine junto con los integrantes de su banda (adjunto los links de la página de FB de mi pareja: Serpiente Roza y el de su banda: Party Rock Band) para ver una película especialmente emotiva para todos quienes trabajan en el mundo de la música y para quienes nos autodenominamos "rockeros": Janis: Little Girl Blue.
      Documental integrado por material , la mayoría exclusivo, de personas cercanas (compañeros de escuela, familiares, amigos, parejas sentimentales, músicos, entre otros) a Janis, como cartas, fotografías o entrevistas. 
  Es significativo, (desde una perspectiva fuera del fanatismo), un documental que aborde la vida, obra y muerte de una mujer que, durante los 60's, orientó su carrera hacia el rock; una mujer joven que rechaza la oportunidad de estudiar una carrera universitaria y que también rechaza el convencionalismo familiar de integrarse a su comunidad casándose y formando una familia como, hasta nuestros días, es una práctica bastante cotidiana. En primer lugar te habla de una chica que rompe los esquemas no sólo de la sociedad que la vio crecer: rompe los esquemas y las reglas de su familia, principalmente. 

El documental te está hablando de una chica revolucionaria en su época, época que de por sí, se distingue del resto por la revolución social, sexual que está en pro de la libertad, en contra de las guerras y a favor del consumo de drogas. 
      Ella fue una de los personajes más importantes de la música de aquella época que se caracterizó, primero, por su voz, segundo, por los desamores múltiples que relata en la mayoría de sus canciones y, tercero, por su estilo de vida llena de adicciones lo que, finalmente, la condujo hasta su irremediable fallecimiento.
    La estructura del documental es bastante sencillo: comienza con una serie de testimonios de sus familiares y compañeros del colegio que relatan la personalidad de Janis, el descubrimiento de su talento artístico en la música y su rebeldía entre un grupo de compañeros ajenos (o mustios) a su personalidad. Te cuentan algunas anécdotas dolorosas de Janis durante el colegio y de cómo su personalidad frágil sale a la luz frente a situaciones penosas. 
        Sigue: de cómo La Bruja Cósmica se integra a su primera banda y la suerte que tuvo con ésta misma. Su segunda banda; recuerdos, anécdotas y opiniones de los integrantes, familiares y personalidades cercanas a Janis. 

Su participación en el Monterey Pop Festival, 1967. Experiencias amorosas, cartas, fotografías, todo sonorizado con la voz dura y rasposa de una mujer a la que le rompieron el corazón y jamás pudo superarlo.

     El declive: cuando Janis alcanzó el éxito y quiso volar más alto; su nueva banda, adicciones y soledad que la acompañaron en una nueva gira; un viaje a Río de Janeiro: su último gran amor; 3 Days of Peace & Music: Woodstock, 1969.

     Cierre: Janis como una chica responsable que quiso rehabilitarse y cuya soledad terminó por estropearla; Janis & Bobby McGee y de un fax que llegó bastante tarde.
   El documental ofrece como extra opiniones de personalidades contemporáneas a Janis y actuales acerca de la obra y muerte de la intérprete de Maybe.
          Si ya viste el documental Janis: The Way She Was eres bastante afortunado y si aún no has Janis, Little Girl Blue, mírala y verás como comprendes mejor el primer documental. 

    Es imposible mantenerte cuerdo y frío durante la proyección: primero, una anécdota, luego una canción, luego otra canción y luego una carta, después una foto y otra carta que te mantienen en constante melancolía, que te provocan un suspiro tímido, un nudo en la garganta, tantas lágrimas en el transcurso y en el final del documental.
          Como todos sabemos, Janis fallece en 1970 a los 27 años dejándonos su legado musical invaluable; se convierte en una leyenda del blues y en un icono del Rock N' Roll además de integrarse, junto con Robert Johnson, Brian Jones, Jimi Hendrix, Morrison y sus consecutivos, al Club de los 27, todos jóvenes prodigios de alguna de las Bellas Artes y del Rock que fallecen por consecuencia de sobredosis de drogas. ¿Será que el talento y la vulnerabilidad van de la mano con la personalidad de una persona cuyo destino es el de convertirse en una leyenda?

miércoles, 10 de agosto de 2016

Perro negro y chavorruckanrolero

Hace un par de años miraba, entusiasta, en vivo desde Google+, la transmisión del primer capítulo de El Tea Party de Alaska y Mario (adjunto enlace): Capítulo 1 El Tea Party de Alaska y Mario
     Sí, me considero admiradora de Alaska desde hace tiempo y, cuando la vocalista de Fangoria y el rostro de las Nancys Rubias participaron en el reality show de MTV "Alaska y Mario" buscaba los links con acceso para mirar el programa, (porque en México estaba restringido el canal por internet). En fin.
     El pasado 22 de Julio, durante los festejos del Festival Internacional Saltillo 2016 por motivo del 439 aniversario de la fundación de la ciudad, asistí con mis amigos a la Plaza de Armas para ver a Álex Lora, del Tri. 

Es la segunda ocasión que los traen a Saltillo en un evento gratuito para el público; es la segunda vez que los veo. La primera ocasión, en el 2010, Álex y Chela Lora interpretaron los temas de siempre con cierta tristeza debido a que en ese momento su hija, Celia Lora, estaba en el penal y, bueno, el espectáculo ese año no se compara con el que ofrecieron en su segunda visita. 

     Álex saltó al escenario, famélico y radiante, con una máscara en el rostro. Desafiante y "jovial" presentó su espectáculo más bien chilango, ajeno al estilo norteño que sorprendió a muchos y que, sin embargo, simpatizó a todos. Cantó sus temas, reconocidos por todo el público rockero, la mayoría bikers que asistieron con sus playeras del Tri y de la Virgen de Guadalupe bajo su chaleco de piel adornados con insignias y el bordado del emblema de su motoclub.
     Álex decide quitarse la máscara y continúa con su show. Personalmente me pareció que su show estaba cargado de tanta actitud positiva para la banda rockanrolera que casi rayaba a lo cursi. Álex Lora, a mi gusto, actuó más como "animador" que como un rockero común, de esos que toman actitudes "valemadres" e insultan y toman y que cantan con violencia... Qué sé yo. Confirmé que el espectáculo era totalmente familiar a pesar de las "malas palabras" cuando Álex integra a los niños del público a los saludos y bendiciones que dice tras el micrófono.
     Perdón, ¿bendiciones? Sí, bendiciones. No olvidemos que el estandarte del Tri es la imagen de la Guadalupana y que comparte en su show muestras de devoción hacia "la virgen morena", incluso le ofrece una danza breve con un danzante que porta consigo un gran penacho de plumas enormes. Después, cantó el tema "Virgen Morena".

    El público coreaba, tarareaba, bailaba y silbaba con júbilo la canción. Naturalmente: más del 80% de la población en México son católicos y, por ende, rinden tributo a "la morena del Tepeyac" (cito la fuente: El número de católicos en México va a la baja - Animal Político).
     Yo, por ejemplo, no: pertenezco a menos del 20% que no lo son y del que no ejerce ningún tipo de religión. Figúrense, pues, qué bochorno, qué incómodo y qué aburrido me pareció el espectáculo. ¡Pero es Álex Lora, el del Tri de México! Se supone que debí de haberme divertido. Claro que me divertí, pero con sus restricciones. 
     Entonces aparecen Nacho Canut, Mario Vaquerizo y Alaska, en mi cabeza, discutiendo respecto a Iggy Pop (minuto 9:46 del primer enlace):
NC: Yo, yo lo que digo es que, sí, es más guapo, pero es un viejo guapo y punto. Es viejo.  
MV: Pues, ¿sabes lo que me dijo una amiga mía? Yo estuve con él en El Hormiguero, y entonces fuimos, y entonces yo pedí, por favor, que yo quería conocer a Iggy Pop. Y, entonces, ¿tú sabes lo que me dijo la de producción de El Hormiguero? Me dijo: "Mira, Mario, te voy a decir una cosa, ese señor, porque es Iggy Pop, pero si tú le ves en Benidorm, es un viejo con mechas y tanga en Benidorm". Y entonces yo dije: "pos' vaya a ver razón".  
NC: En Benidorm sí que hay gente vieja y que son como Iggy Pop o como David Bowie, pero no son David Bowie.  
A: Porque NO SON ICONOS. 
(...) 
NC: O sea, se ponen en tanga y la gente dice: "qué ridículos, mira qué horror, qué horror", pero como es Iggy Pop, decimos: "¡qué divino!". 
MV: Entonces, ¡claro! Pero hay para gente que Iggy Pop NO LE INTERESA ABSOLUTAMENTE NADA 
NC: ¡Claro que sí, no me extraña!
      Trasladamos, entonces, el contexto desde Europa a México. Sustituimos a los íconos: Enrique Guzmán en lugar de Bowie, Acapulco por Benidorm y, ¿adivinen quién es Iggy Pop mexicano? ¡Vualá! Ahí está la respuesta: Para mí, Álex Lora es un señor con trayectoria artística importante en México en el espectáculo del Rock; compone, canta, se viste o se disfraza para su show con 60% tema rockero, de crónica de la ciudad de México (chilanguísimo), rebelde y un 40% tema religioso.
     Excelente espectáculo; música tradicional de muchos bares tocada en vivo y por el intérprete original  y, qué privilegio ver cantar a una leyenda del Rock en México, tenerla cerca junto con su esposa (recuerden que es espectáculo familiar) en un evento gratuito con la iluminación, el sonido, y una orquesta sinfónica estupendas. Pero definitivamente estoy muy, muy lejos de identificarme con un ícono del Rock mexicano que cantó en 1971 en El Avándaro cuando era un muchacho chicho de greñas crespas y cortas y, que ahora, en el 2016, se aferra con sus canas teñidas (y todavía crespas) a la imagen de un chavorruckanrolero rebelde, desenfrenado y con candado, (ay, disculpe usted,  señora de Lora).

martes, 9 de agosto de 2016

Rock vs Pop

En la mañana, revisando una de mis cuentas en twitter, encontré el link de un texto escrito por uno de mis ídolos: mexicano, escritor, reportero, editor de la revista Play Boy, ex mánager de las Mystica Girls y de las Fokin Biches: Arturo J. Flores.
El texto (a continuación adjunto el link) "El pop nos volverá a todos idiotas" me sedujo por el título y rápidamente accedí a la dirección URL para leerlo. Me decepcionó profundamente. No es porque me considere Trve Metalhead, porque no lo soy, más bien porque, precisamente, fue en el universo del rock donde conocí a este escritor: voy a cumplir 10 años leyéndolo (guardo los primeros números de la "Revista Gótica"); su carrera, sus textos, su imagen como escritor y "rockero" me parecen increíbles. Para mi ha sido un ejemplo de cómo dedicarse a la literatura y al rock al mismo tiempo: me identifico con él y lo admiro.
Después de meditarlo comprendí que la generación en la que él vive y mi generación dista por 12 años, ¡poco más de una década! Claro: él vivió de cerca la muerte de Mercury, el terremoto del '85, la muerte de Rockdrigo González; el alumbramiento del grunge, el álbum negro de Metallica y el Dr. Feelgood de Mötley, a su vez le tocó la salida de Vince de ésta misma, el suicidio de Kurt Cobain entre otras cosas pero, ¡qué cabeza tan dura! Si te gustaba Kabah, ¿qué tenía de malo solamente admitirlo?

Es cierto que la generación actual cuenta con la mente más abierta que antes, o quizá sea una estrategia publicitaria, o quizá todos hemos admitido nuestros gustos culposos. Ciertamente no estoy muy segura de todo lo anterior pero de que los prejuicios quedan a un lado actualmente, quedan, o como dice la teoría de mi maestro, el escritor y editor Jesús de León Montalvo, durante alguna clase: la cultura popular tiende a convertirse al elitismo. Esto a propósito del sinfónico (figúrense, cumbia sinfónica) de Los Ángeles Azules con la participación de varios representantes del pop: Jay de la Cueva, de Moderatto (jamás ha sido rock), Leonardo de Lozanne, Carla Morrison, Ximena Sariñana, Kinky y otros más que, por cierto, me hacen recordar el tributo de Bronco con varias bandas e intérpretes rockeros como Jumbo, División Minúscula o Panda. No descartemos aquel interesantísimo tributo que bandas de rock chilango y cantantes "Pop" le hacen a Los Tigres del Norte, (divertidísimo). Les regalo un enlace de la interpretación de Molotov cantando: Ya te velé, ya te enterré y te puse flores, personalmente mi favorita: 1. Ya te velé - Molotov. Y, ¿qué tal suena Juan Gabriel cantando Have you ever seen the rain? Les obsequio una canción más de este tributo a Creedence interpretado no por Juan Gabriel (gracias a Dios) sino por Álex Lora: El Tri - Proud Mary.

Y, volviendo al tema, discrepo. Personalmente creo que el "Pop" sí lo idiotiza a uno por lo menos en esta generación contaminada por el consumismo. También pensé en mi lugar geográfico y en el de J. Flores: Él nació en la ciudad de México. Yo en una ciudad chiquita, al norte de México, senda de la Revolución Mexicana, tapizada por fósiles, rodeada por puras sierras: Saltillo, capital del estado de Coahuila. Aquí uno se encuentra con chicos vestidos, evidentemente, norteños: Botas picudas de piel, pantalones de mezclilla Resistol, cintos con grandes hebillas, camisas de cuadros o con bordados; si hace frío, un chaleco o una chamarra de mezclilla aborregada y, la punta del iceberg: un sombrero vaquero. Pueden tener pequeños aretes o arracadas como símbolo de rebeldía; van o vienen del rancho los fines de semana, les gusta asistir a los rodeos y seguramente son expertos jinetes montando caballos.
Escuchan a Los Cadetes de Linares, Los Domadores del Valle, a Los Alegres de Terán y, entre tanto, cuál es la sorpresa de un joven rockero cuando, escuchando a Metallica, System of a Down, Guns N' Roses o a Twisted Sister escuchas a esos vaqueros tarareando "We're not gonna take it", "Aerials", "Don't cry" o "Seek and destroy". Te platican que su primo "el rockero", su tío "el que vive en el otro lado" o que su hermano mayor les enseñaron esas canciones, les prestaron discos, les pasaron música en una memoria pero que, pues, en el rancho no se oye de éso, que porque creció escuchando canciones norteñas con el abuelo o con sus tíos, que aprendió a pistear escuchando al Grupo Palomo pero que: "Esa música está chida", que sí le gusta -pero- que a su mujer no, -pero- que no tiene amigos para salir a un bar de rock, -pero- que su mamá dice que esa música es para "satánicos". Sad but true: creo que en Saltillo el rock sigue siendo tabú.
Y ahora, dice mi escritor favorito, (cito): "Tampoco creo que el Rock sea inteligente y que el Pop nos idiotice". Me parece que primero debemos de definir lo que "Pop" significa. La definición que más apropiada me parece es la del siguiente enlace: Definición de Pop - Música:
"¿Vieron cuando uno, por ejemplo, escuchó determinada canción en la radio a la mañana y de repente ya casi es la noche y se da cuenta que todavía su cerebro le ordena a sus cuerdas vocales seguir tarareándola...? Bueno, ¡esa es una indiscutida prueba de que la canción forma parte del universo pop!"
¿Cuáles canciones tarareamos sin querer?, ¿qué es lo que dicen?, ¿cuál es su contenido? Y es cierto que muchas de las canciones que tratan las bandas de rock y de metal hablan sobre temas de transgresión social, política y religiosa que, además, se acompañan con música generalmente ruidosa pero, ¿cuáles son los temas favoritos de las canciones "pop"? Por eso discrepo con la opinión de aquél joven escritor, periodista, editor Arturo Flores porque, hasta hoy, desde mi experiencia personal, ninguna canción "pop" que haya escuchado en la radio y tarareado sin querer logra evocarme algún tema interesante, salvo el amor, el desamor, un disco rayado, ecos, sonidos electrónicos, entre otros.
En fin. Bajo ninguna circunstancia voy a dejar de seguir ninguna de las redes sociales de J. Flores, ni dejar de leer ninguna columna, reportaje o cuento de Arthur Alan Gore, finalmente es mi escritor favorito.